13 de septiembre de 2008

Guerra Total

La guerra no es una situación únicamente reservada para el conflicto entre naciones o ejércitos. Se puede reducir hasta el orden de las personas; siempre va a haber alguien con quien tengas roces, hasta el punto de que llegue un día que no puedas aguantar más y comiencen las hostilidades. El proceso es fascinantemente similar: buscas apoyos y aliados, tanteas al enemigo, recabas información mediante espionaje - amigos comunes favorables a tu causa -, etc.

Pero del mismo modo en que la guerra no es un mero acto de fuerza bruta, el conflicto interpersonal tampoco lo es. Se trata de aplicar la cantidad exacta de violencia - no necesariamente física, a este nivel es mucho más efectiva la psicológica o verbal - para conseguir los objetivos que se hayan marcado, normalmente relacionados con el honor. Como diría Von Clausewitz, es un equilibrio inestable de emoción violenta (odio), oportunidad o suerte y cálculo racional.

Siguiendo su pensamiento, podemos encontrar símiles a los conceptos de guerra limitada y guerra para aplastar al enemigo.

En el ámbito que estamos viendo, una guerra limitada va a ser la norma general aceptable, por estar más enfocada a detalles concretos que son los que comúnmente emergen en esta clase de conflictos. Es adecuada para conflictos de honor, como las habladurías que se suelen extender a espaldas de la gente y acaban por salir siempre a la luz.

La guerra para aplastar al enemigo va a ser, a todas luces, excesiva. Sólo debería darse en el caso de dos personalidades absolutamente incompatibles entre sí, y aún así va a tener efectos secundarios no deseados sobre el resultado que buscamos. Al intentar destruir todo recurso social del enemigo no nos va a quedar otra que implicar a mucha gente, que probablemente no esté dispuesta a posicionarse claramente a tu favor, con lo cual se puede generar un efecto en cadena que, en vez de ganarte apoyos, te los quite. Otro efecto lateral es que un conflicto de esta envergadura va a tener mucha repercusión, con lo cual puede polarizar a gente con la que no tengas mucha relación para predisponerlos en tu contra; o quizá a tu favor dependiendo de quién le haya informado, aunque esto último es menos probable: actualmente la violencia está peor vista que el buenrollismo de tragar con todo lo que le echen a uno.


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay muchos más códigos de guerra y más tácticas que no vienen en los libros. Pactos, traiciones, sediciones... Basta saber con quién tratar para saber cómo ganar. Una guerra encubierta consigue a veces una victoria mayor.

M.M.

Mig dijo...

Siempre existe una guerra encubierta, una guerra de movimientos en este caso. Sólo sale a relucir una pequeña fracción, como si fuera un iceberg.