30 de septiembre de 2008

Cómo ganarse el cielo

Disclaimer: El cielo realmente no existe. Si lo estoy utilizando aquí es como metáfora para dar pie al resto de la entrada. Pero luego cada uno con sus alucinaciones.

A lo largo de nuestras vidas tenemos que elegir siempre qué curso de acción seguir. Cada uno puede ser ofensivo, defensivo, agresivo, pacífico, hedonista, altruista, y muchos más adjetivos. Sin embargo, no se puede realmente calificar como "bueno" o "malo".

Estos dos términos tienden a simplificar nuestro juicio del mismo modo que los antiguos simplificaban la naturaleza con sus dioses. No podemos establecer conceptos absolutos, pero podríamos quizá definirlos relativamente. Por ejemplo, podríamos decir que "bueno" es todo aquel acto que un grupo determinado de gente -variando desde la familia, grupo de amigos, etc. hasta la sociedad en su conjunto- aprobaría, y "malo" lo que rechazaría. Considero que es una definición bastante ajustada a la realidad, pero no la única; ambos términos pueden depender de otra variable o incluso ser constantes y universales, lo cual me obligaría a replantear todo mi desarrollo - de todas maneras, ¿no funciona así la ciencia?

Más...

Habiendo dicho esto, me pregunto: ¿a quién no le gusta que lo recompensen por cómo hace las cosas? ¿No es ése el motivo que lleva a las personas a ser "buenas"? Después de todo, es lógico, puesto que el ser humano va a buscar generalmente la aprobación de sus iguales: sentirse rechazado es una de las sensaciones que mayor malestar puede provocar.

Sin embargo, tratar de ser buena persona va a conducir, inevitablemente, a un desengaño y una frustración a medio-largo plazo. Y la causa es bien sencilla: esperamos una retribución por nuestra "buena conducta" que nunca llega.

El karma no existe; Dios tampoco y no hay ningún mecanismo natural que lleve a una respuesta simétrica. De hecho, va a tender a un mayor nivel de desorden; es más probable que no pase lo que quieres, puesto que es una sola probabilidad entre un abanico inmenso. Con esto quiero decir que actuar "bien" por inercia, porque es lo que está bien visto trae a la larga sus consecuencias. Muchas veces deberemos actuar "mal" para obtener lo que queremos. La sociedad no es un sistema autoregulado, podemos manipularlo a nuestro favor si conocemos los mecanismos. Y no tiene por qué ser únicamente para nuestro propio beneficio, eso ya depende de la integridad de cada uno.

Como diría Salvor Hardin:
Nunca permitas que el sentido de la moral te impida hacer lo correcto.

Lista de entregas:

26 de septiembre de 2008

Queja

- Hola, buenos días.
- Buenos días.
- Verá, es que quería presentar una queja formal sobre mi puesto de trabajo.
- ¿Y cómo es eso?
- Pues la cosa es que yo fui contratado por Diablo para ser uno de sus sirvientes esqueléticos, pero considero que el puesto que me asignaron sus acólitos atenta contra mi dignidad como guerrero esqueleto.
- ¿Cuál es ese puesto?
- Me toca esperar dentro de un barril a que uno de los llamados "héroes" que van a intentar acabar con mi jefe lo abra y entonces atacarle para, con suerte, matarle. Pero claro, en ningún lado te dicen el límite de tiempo que tienes que esperar; y en mi caso, al no estar legalmente vivo, se puede extender indefinidamente. Que llevo unos trescientos cuarenta años esperando y después de mucho pelearme con mis superiores me han dado un día de permiso para venir aquí. Tengo ahora mismo puestas las rótulas de emergencia porque las buenas se me habían llenado de moho por culpa de las malditas mazmorras a las que me meten a trabajar. Y eso sin contar con el aburrimiento que supone estar ahí sentado sin hacer nada, sin poder salir a dar un paseo ni luchar normal junto a mis compañeros: ya van siete veces que viene un terrorista de ésos a por mi jefe, acaba con varios de mis compañeros y se va sin tan siquiera acercarse a mi inocente barrilete.
- No sé si podré hacer algo, en su contrato está bien claro que es de duración indefinida dependiente de la situación... Lo más que puedo hacer es pedir una rotación de plazas para que no esté siempre en el mismo sitio.
- Vamos a ver, ¿no se da cuenta de que lo único que puedo ver son las puñeteras paredes de dentro del barril? ¡Que es que tengo ganas de que venga alguien y me mate de una vez! Al menos así igual tengo suerte y la siguiente invocación me toca de arquero o guerrero normal, que ésos se lo pasan en grande.
- Pues no sé, ya le digo que desde aquí no puedo...
- ¡Claro que no puede! ¡Jodidos burócratas de los huevos, os tiraba una bola de fuego a todos! ¡Siempre con la misma chorrada de "yo no puedo"! ¡Y encima el puto sindicato óseo pasando del tema! Está claro que les han untado, malditos magos de las pelotas... ¡Esto no va a quedar aquí! ¡Llevaré a Diablo a los tribunales o moriré en el intento!


Días más tarde...

Sección de esquelas del periódico "El Heraldo de Harrogath"
- Fallecido Billy Calcios, esqueleto guerrero, después de que un druida golpeara un barril con explosivos situado al lado del que le ocultaba.
Esto es lo que tiene jugar en exceso al Diablo II.

13 de septiembre de 2008

Guerra Total

La guerra no es una situación únicamente reservada para el conflicto entre naciones o ejércitos. Se puede reducir hasta el orden de las personas; siempre va a haber alguien con quien tengas roces, hasta el punto de que llegue un día que no puedas aguantar más y comiencen las hostilidades. El proceso es fascinantemente similar: buscas apoyos y aliados, tanteas al enemigo, recabas información mediante espionaje - amigos comunes favorables a tu causa -, etc.

Pero del mismo modo en que la guerra no es un mero acto de fuerza bruta, el conflicto interpersonal tampoco lo es. Se trata de aplicar la cantidad exacta de violencia - no necesariamente física, a este nivel es mucho más efectiva la psicológica o verbal - para conseguir los objetivos que se hayan marcado, normalmente relacionados con el honor. Como diría Von Clausewitz, es un equilibrio inestable de emoción violenta (odio), oportunidad o suerte y cálculo racional.

Siguiendo su pensamiento, podemos encontrar símiles a los conceptos de guerra limitada y guerra para aplastar al enemigo.

En el ámbito que estamos viendo, una guerra limitada va a ser la norma general aceptable, por estar más enfocada a detalles concretos que son los que comúnmente emergen en esta clase de conflictos. Es adecuada para conflictos de honor, como las habladurías que se suelen extender a espaldas de la gente y acaban por salir siempre a la luz.

La guerra para aplastar al enemigo va a ser, a todas luces, excesiva. Sólo debería darse en el caso de dos personalidades absolutamente incompatibles entre sí, y aún así va a tener efectos secundarios no deseados sobre el resultado que buscamos. Al intentar destruir todo recurso social del enemigo no nos va a quedar otra que implicar a mucha gente, que probablemente no esté dispuesta a posicionarse claramente a tu favor, con lo cual se puede generar un efecto en cadena que, en vez de ganarte apoyos, te los quite. Otro efecto lateral es que un conflicto de esta envergadura va a tener mucha repercusión, con lo cual puede polarizar a gente con la que no tengas mucha relación para predisponerlos en tu contra; o quizá a tu favor dependiendo de quién le haya informado, aunque esto último es menos probable: actualmente la violencia está peor vista que el buenrollismo de tragar con todo lo que le echen a uno.


Lista de entregas:

5 de septiembre de 2008

Aleluya

Quizá alguien avispado se haya dado cuenta del cambio en el subtítulo del blog. Lo cual quiere decir que... ¡finalmente he terminado el Grado Medio, tras 7 años (sin contar los 4 de Elemental)! Es momento de celebración.

3 de septiembre de 2008

Ingeniería Social

Creo estar seguro de que existe un límite máximo para las personas que pueden estar dentro de un mismo grupo de "amigos" para que internamente se fragmente en grupos de afinidad. Esto depende no sólo del número de personas, sino de la personalidad, madurez, edad y diversidad de intereses.
Con frecuencia se producirá un enfrentamiento, la mayor parte de las veces sin estar declarado, hasta que uno de los sub-grupos en disputa acaba presionando a los demás para tomar posiciones de menor actividad o, en última instancia, abandonar el grupo general. Claro que, de contar con el beneplácito del líder de la manada la victoria parece decantarse hacia un lado claro; sin embargo, esto no es siempre así (por suerte).

Porque no hay razón de aguantar a niñatas inmaduras de tres o menos años que yo, y menos que me las metan con calzador.

Y esto es una declaración de intenciones en toda regla, cerebral y meditada. Reminiscencias de una guerra pasada que amenaza con repetirse. Si no sabéis de que hablo, preguntadme. Los habituales probablemente os lo podáis imaginar.